Elegir la centrífuga correcta para su laboratorio puede influir significativamente en sus flujos de trabajo y resultados. A continuación, se presentan algunas consideraciones clave:
1. Tipo de muestras:
Diferentes centrífugas son adecuadas para muestras específicas. Por ejemplo, la separación de sangre requiere una centrífuga clínica, mientras que el análisis de ADN puede requerir una microcentrífuga.
2. Velocidad (RPM):
Considere la velocidad requerida (rotaciones por minuto) según la tarea de separación. Las ultracentrífugas o de alta velocidad se encargan de separaciones delicadas de alta densidad.
3. Capacidad:
Los modelos de centrífugas varían en capacidad. Para laboratorios que procesan grandes volúmenes de muestras, una centrífuga de suelo con un rotor de mayor capacidad puede ser esencial, mientras que los modelos de sobremesa son ideales para laboratorios con menor volumen.
4. Tipo de rotor:
Los rotores determinan el tipo de separación que se puede lograr. Los rotores de ángulo fijo se utilizan para la granulación, mientras que los rotores de cangilones oscilantes permiten una sedimentación uniforme en aplicaciones con gradientes.
5. Control de temperatura:
Las centrífugas refrigeradas son ideales para muestras sensibles al calor, como proteínas o células vivas, ya que mantienen una temperatura constante durante el centrifugado a alta velocidad.
6. Características de seguridad:
Busque modelos con sensores de desequilibrio, seguros de tapa y sistemas de freno para garantizar un funcionamiento seguro.
Conclusión:
La elección de la centrífuga adecuada depende de las necesidades específicas de su laboratorio, como el tipo de muestra, la velocidad requerida y la seguridad. Al considerar estos factores, puede seleccionar una centrífuga que optimice su flujo de trabajo y garantice resultados fiables.
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